En una tarde noche de lunes, un caballeroso Defensa y Justicia empató 0 a 0 contra un digno y diezmado Unión de Santa fé en Varela.
Pocas llegadas por ambos bandos, muy trabado en el medio. Pocos toques, pocas construcciones. Defensa tuvo una, en los pies de un segundo rebote, que encontró el arquero. Y Unión tuvo otra, cuyo mano a mano tapó nuestra gran Beto, que a esta altura deberían hacerle una estatua por su trayectoria y vigencia. Aparte, quien no ha tenido un amigo o conocido, apodado de esa forma tan querible. Spinetta lo sabrá.
El resto del partido, quizás haya sido lo de menos, con todo lo que eso implica, inclusive el quedarnos afuera de los «play-offs», ahora que el torneo se volvió una especie de conferencia de básquet que vaya a saber quién ganará. ¿Lo habrán organizado con el criterio de los viajes que los equipos tienen que hacer? ¿Simple y llana lotería? ¿Lotería solar? Lo importante en estos tiempos recios, creo, hay que decirlo, es la gente, que va, que aguanta, que resiste. Incluso la que lo ve por televisión, la que lo escucha por la radio a transistores. Volver al Tomaghello, ver las luces del estadio desde Ardigó, es como ir a ver a un viejo amigo, o como mostrarle tu casa a uno nuevo. Justo ayer había soñado que le mostraba la cancha a un amigo vestido de detective. Un detective salvaje. Me desperté pensando en si los amigos siguen yendo a la cancha. Si uno llorara al terminar un alfajor, dice Lucía Seles, sobre el valor de las amistades.
Párrafo aparte para Unión, ay, siempre vos Unión, por historia, con vos siempre se complicó. ¿Y Colón, qué fue de ellos y su famoso ae-ea? Volviendo, podríamos recordar dos o tres partidos importantes contra el tatengue en los cuales los santafesinos no vinieron a pasear, sino a jugar, pero caramba, siempre pareció ser el mismo partido. Un Defensa entonado, o de capa caída, se enfrenta a Unión y sabe que va a ser durísimo, que Unión en Varela se agranda. Por más que hayan jugado desayunados los dirigidos del Kily Gonzalez con la noticia de que este se iba, o mejor dicho, de que le habían dado el raje. ¿Lo habrá obligado a renunciar? Y el nuestro, mucho más estratega, resiste, qué puede hacer que no haya hecho, más que seguir. ¿Arriesgar?
Tuvieron un bajón los supuestos grandes, cómo no lo vamos a tener nosotros, acostumbrados al alto voltaje de estos años. Todavía hay tiempo. Para ser tenista, si uno quiere jugar al tenis, hay que aprender a escuchar. Tal vez llegó el momento de escuchar lo que quiere la gente.
A principio de año nos enamorábamos, ahora estamos de convivencia. Cuestión de darle otra vuelta de tuerca.