En una tarde otoñal en Varela, Defensa y Justicia perdió 2 a 1 contra Tigre, que se quedó con la punta del campeonato.
Partido de viernes por la tarde, contra un rival que venía -y viene- bien. No supimos aprovechar la ventaja de más con el gol de Miritello, replegarnos un poco y Tigre, a base de corajeadas, lo dio vuelta, con jerarquía. Todo en unos minutos de un segundo tiempo eléctrico. Pues el primero pasó así sin más, como si nada.
Estos partidos suelen ser como lo que dijo Baudelaire: Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento. Una especie de trámite inconcluso, como lo está siendo a veces ir a jugar de visitante. Ir, esperar, cumplir y que pase lo que tenga que pasar. Bueno, tampoco cuestión de ser malos, el equipo está jugando, y, mucho. Tenemos suerte de no tener lesionados. La verdadera espera empieza cuando ya no hay nada que esperar: esperanza.
A la salida de la cancha me lo crucé de nuevo al Bebe, él si había ido. Venía embroncado, gris, me dijo que no entendió el segundo tiempo, como que los jugadores se habían quedado, aunque Tigre había jugado bien. Bueno, por algo está donde está, aseveramos. Te acordás de Noemí, le dije. La del Cyber, me dijo Bebe. Si, si, hace tres meses ya. Nos saludamos, yo iba para el lado contrario a ver a mi abuela, él se perdió en el horizonte.
Antes de terminar quiero pedirle disculpas a todos los hinchas por la demora en la columna, como fue en un horario laboral no pude ver el partido ni tomarme el día, sino que lo terminé viendo el sábado por la mañana como si jugáramos en la Premier League. Y después el señor Walter me dijo que tuvimos un problema con el hosting de la página. Cosas que pasan en las redes. En fin.
Habrá que ver la copa nomás ¿Contra quién jugamos? y poner todas las esperanzas ahí.
Por: Federico Quinteiros