En una noche de jueves ventosa, Defensa y Justicia empató 0 a 0 contra Vitoria de Brasil en Varela. Tienen cada nombre los equipos de la Copa.
No hay mucho para decir. Partido chato, duro, bien de copa. No hubo ventajas, ni situaciones tan claras de ningún lado. No supimos aprovechar la localía. Es fácil caerle al equipo, a sus faltas, a sus miedos. Pero no da.
Si, podríamos hablar del miedo como impulsor de esta sociedad autoexigente, del mátense todos contra todos, de todos los días veinticuatro siete, bajo el cobijo de una patronal inexistente, que reclama derechos vaya a saber si para repartirlos entre sus colaboradores, contra un gobierno que dispara a full y se mete en el juego mano a mano, ensuciando todo, creando miedo también. ¿No es el futbol el reflejo de todo eso? ¿Se acuerdan de los partidos de la B Nacional? ¿Se animaron a ver algún partido recientemente? ¿Se preguntaron por qué carajos juegan tan mal y con tanto miedo a perder? ¿Tanta guita en juego hay? ¿Tantas familias se están manteniendo mientras miles viajan en los trenes y en los colectivos todos los días apretados para cumplir horarios insalubres? ¿A qué le tenemos miedo?
Los silbidos de esta noche fueron preocupantes pero también inmerecidos para con el club. La gente se manifiesta, nos malacostumbraron demasiado. Muchos hinchas se estarán preguntando lo que será en Brasil este mismo partido, porque esta Copa, que conocemos, tiene eso. De visitante te matan. Rescatar algún punto es un milagro. ¿No éramos los nuevos capos en Brasil nosotros desde que le ganamos al Palmeiras? Vamos, todos juntos, sigamos confiando. Si no se nos va a complicar, y adentro hay que ser locales, porque afuera ellos lo son, lo serán. Lo que viene no es inteligencia artificial, ni inteligencia racional y ni siquiera inteligencia emocional. Es inteligencia espiritual.
Sucederá justicia poética para que el equipo pase de ronda. No lo sabemos. Muchas preguntas. Y sus últimas palabras fueron: que no teman.