No se trata de caerle a los jugadores ni al cuerpo técnico, porque hacen lo que pueden con los recursos que tienen. Pero nos jactamos de haber concretado la venta más cara de nuestra historia, ¿y qué jugador, acorde a ese ingreso se trajo?
El tema no es vender, sino qué se hace con ese dinero. Desde el año pasado ya se viene notando una debacle en el equipo, desde que se fueron «Uvita» Fernández y Nicolás Tripichio, el goleador y el capitán de aquel momento respectivamente. Nunca se los pudo reemplazar.
Se fue Julio Vaccari y llegó Francisco Meneghini. Ahí el equipo definitivamente empezó a irse a pique, hasta la llegada de Pablo De Muner, que logró enderezar el barco. Pero con la venta de Ramos Mingo, que mencionamos antes, se prometieron jugadores de jerarquía que nunca llegaron.
Se ofrecieron futbolistas con ganas de volver, como el Lolo Miranda y el Cholo Benítez, que claramente habrían aportado su experiencia al equipo, al menos desde la voluntad y el empuje que siempre mostraron como jugadores. Sin embargo, se les cerró la puerta.
Por eso hoy en día preocupa ver a Defensa jugar así. No por una mala racha, sino por decisiones que muestran falta de ambición y de memoria. Porque este club ya demostró, en más de una oportunidad, que puede pelear, crecer y sorprender al país.