Defensa casi Vitoria en Brasil

Uno. En una noche de miércoles que acá la verdad fue torrentosa, un renovado Defensa y Justicia se trajo un puntito valioso en su visita a Brasil contra el Vitoria en el que podría decirse el partido de vuelta. Amén de los hinchas que se acercaron a los pagos boricuas en pos de la fidelidad, de la lealtad, o de algo que se podría relacionar con el amor. Había una canción que hablaba de eso. En fin, fue el debut de la dupla técnica conocida como los Kohan, conocidos de la casa, que plantearon un digno partido, en todas sus líneas. Podríamos aventurar que solo resta ganar los dos partidos que quedan de local para poder ilusionarse con el pase de ronda. Tal travesía no sería un milagro, si no algo posible.

Dos. Vamos al partido. Duro. En Brasil no nos la regalan. Se priorizó mucho la pelota parada, el luchar por las segundas pelotas. Creo que los profes armaron un equipo compacto con algo que conocen bien, el ADN de los últimos años del club. Pero ocurrió un error del gran Beto, que a esta altura se le perdona todo, que por no meterse al arco con pelota y todo luego de descolgar un centro, la pelota rebotó en el césped y un jugador bicho, astuto de ellos la metió. Cuesta arriba, fuimos por el empate, y apareció otra vez, como se lo extrañaba, Gastón Togni, con un terrible golazo. La pelota pareció romper las leyes de la física al no doblar. El resto del partido fue completar el trámite, pudimos haberlo ganado, pudimos haberlo perdido. Empatamos.

Tres. El panorama es…alentador.  A pesar de la renuncia de De Muner, a pesar de que no se gana hace ya muchos partidos. El grupo se mantiene intacto. Quedó demostrado en el partido este y el anterior. Todavía se desea. Los Kohan tienen que trabajar el tema del empate, que si bien es sano, no es recomendable. Y jugarse, arriesgarse, tienen todo para ganar. Ellos para despegar, el equipo, me animo a decirlo, para intentar campeonar. Quizás tampoco exista ese camino de ir y venir. Por eso, rompámonos las palmas y disfrutemos los últimos dos partidos de local. Y preguntémonos, -aprovechando el apellido de los profes- como lo hace un viejo koan zen: conocemos el sonido de las palmadas de las dos manos, ¿pero cuál es el sonido de una sola mano?

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