Uno. En una tarde noche de lunes de fines de Abril, cuando los días comienzan a acortarse, un caótico y desesperado Defensa y Justicia perdió 2 a 1 contra un iluminado Racing Club de Avellaneda, de local en el Tomaghello. Fue un partido entretenido para el hincha neutral, pero no para nosotros los fanáticos, que estamos sufriendo en carne viva con el equipo estas últimas fechas en las cuales no se levanta cabeza, no se da pie con bola. Como si hubiéramos perdido algo de mística en el camino. El equipo quedó al borde de la cornisa en la clasificación a los play offs. Como dijo su técnico una vez, nos faltó valentía para encontrar el coraje, habíamos arrancado bien el torneo.
Dos. El partido presentó un digno marco, con la hinchada entre enfurecida y vociferante, arengando al equipo para que revierta la escasa efectividad de los últimos partidos. Volver a la cancha siempre tiene ese gustito, es como volver a la casa de la infancia, que no tiene por qué ser la casa de uno sino la de la abuela, la tía. Ni bien empezó el partido, tuvimos un tiro libre de Ferreira que el ex Arias sacó para un costado. Empezó Defensa a manejar los hilos entre toques y asociaciones del mediocampo. Se tuvieron dos o tres situaciones más. Entretiempo. Sin enfriar motores. Ni bien arrancó se lo fue a buscar. Llegó. En una jugada vertical que arrancó de atrás, en los pies de Francisco González, que pateó de zurda perfilado a lo Messi, la pelota hizo una carambola que descolocó a Arias. Gol de Defensa. Uno a cero arriba.
Tres. Lógicamente, esto hizo que el equipo se replegara un poco. El campeón vigente de la Sudamericana, el Racing, no perdonó. Metió dos cambios certeros, necesarios, que le dieron aire. En la primera que tuvo, lo empató, en un misil cruzado. El resto fue aguantar. Una sensación en el aire invadió el estadio, Racing lo podía ganar. Así fue. En un remate cruzado, el gran Beto poco pudo hacer, ante semejante cañonazo. No estuvimos ni cerca de empatarlo. No sé qué pasará con el partido que venga, con el que se tenga que jugar y esperar el resultado. Tampoco es mella hacer leña del árbol caído. Es tiempo de pensar y ver qué se quiere realmente. Como dice Bifo Berardi: yo no creo, yo no espero, lo único que quiero hacer es pensar.
Dedico esta columna a mi yeya Chiche, hincha de la academia, lectora, cinéfila. Vieja loca. Cómo nos ganaron.